Paula Brizuela, Jésica Farías y Pablo Uñate son tucumanos y pertenecen a la Armada argentina. Por estos días navegan a bordo de la fragata ARA "Libertad", junto a unos 300 tripulantes. Los tres lo hacen con distintas motivaciones, pero con el orgullo inmenso de ser parte de la tripulación. Actualmente el itinerario recorre puertos sudamericanos, hasta tomar amarras el 22 de octubre en el puerto de Buenos Aires.
Para Paula y Jésica este viaje es muy especial, ya que cuando regresen se habrán recibido de Oficiales de Marina. Ellas ingresaron en 2007 y ahora forman parte del viaje de instrucción que tradicionalmente realiza la fragata con los cadetes del último año de la Escuela Naval Militar (ESNM), durante el cual terminan sus estudios a bordo.
Para Pablo la historia es otra. Lleva 10 años en la Armada y es cabo principal de Operaciones de la fragata, por lo que pasa gran tiempo en altamar.
Desde chico él se imaginó siendo marino. "Mi familia está orgullosa y contenta con lo que hago, siempre preguntan sobre el trabajo y aún hoy les llama la atención cómo es que habiendo nacido en un lugar donde sólo hay una laguna haya elegido esta carrera", contó.
Esta casado con Stella Maris, con quien tienen dos hijos, Melina de 8 años y Gonzalo de 4. "La expectativa del viaje es simple: que todo salga bien y volver pronto", expresó.
"Los recuerdos son muchos, de mis padres y familiares, del calor intenso, de Tucumán en septiembre, que es una de las mejores fechas para pasear, y las empanadas al horno y de humita que son bien típicas de mi provincia", dijo con nostalgia.
El debut
"Estar en la fragata es un sueño cumplido, era algo muy lejano hace cuatro años y no lo puedo creer todavía; ya estoy por recibirme. Navegar es lo que más me gusta", destacó Paula, taficeña de 23 años. La idea de defender a la Patria la llenaba de ilusión.
Cuando le contó a sus padres que quería seguir la carrera en la Armada no les gustó la idea porque eso significaría que iba a pasar mucho tiempo lejos de la familia. Todo cambió cuando apareció por primera en el barrio con el uniforme. "Entre los vecinos había miradas de asombro y de admiración, para mis padres fue un gran orgullo y para mí, la felicidad", recordó.
Jésica, oriunda de Ranchillos, buscaba una carrera que combinara estudios universitarios y entrenamiento físico. Aunque algo sabía de la Armada por lo que su tío y un primo le contaban, para ella la experiencia fue un gran desafío.
"Me fui adaptando. Con el tiempo te encontrás con rutinas y términos militares que se deben aprender y con el placer de hacer cosas que nunca hubiera imaginado, como embarcar", confesó. Sus proyectos no terminan aquí, ya que seguirá la carrera de contadora pública.